miércoles, 11 de febrero de 2009

Mientras te espero

Cada día mientras te espero, suceden cosas raras.

Ayer lo hacía en el café, frente a Benito Pérez Galdós y su bigote (elegantes formas las suyas, por cierto), que me recordaban a una España cascarrabias y gruñona.
Es curioso que en ese momento el libro que viajaba en mi bolso conmigo fuera de Emilia Pardo Bazán y sus cuentos de un destripador de antaño. ¡Qué cascarrabias fueron con ella!

Ahora, los que sí que destripaban, eran esos dos señores que tomaban un café cargado en la mesa de la derecha, tan cercana a mi que podía oler su aroma a pachuli. Se ve que se dedicaban al mundo del espectáculo, porque hablaban de Cine de Barrio y la Sevilla con total naturalidad (la Carmen....), y de no sé qué problema de cámaras para el rodaje de una película. ¿ Una película con Cármen Sevilla? ... Igual lié las conversaciones.
Sí, puede ser, porque los tres chicos de la mesa de la izquierda charlaban animadamente de una película de terror que vieron el fin de semana, además de no sé qué proyecto de fin de carrera que debía darles el mismo miedo.

El caso es que mientras te espero me ocurren cosas raras, como por ejemplo pedir un café solo, y que me lo sirvan con leche, o que el señor de la derecha con olor a colonia rancia se pase todo el tiempo mirando de reojo la portada de mi libro. Igual pensaba que mientras leía pegaba la oreja en su conversación.
También me parece raro comprar un paquete de Marlboro y luego no poder empezarlo. El Celeste es mejor color, y su tabaco bastante más suave...

Me pregunto por qué lo compré.

Ahora tengo que dejar de escribir. Estás a punto de llegar, y mientras te espero, la gelatina debiera estar cuajando en la nevera.

Además, es raro que lo que escribo mientras te espero sea tan absurdo.

Ojalá llegues pronto.