Estoy comiéndome el carbón que me trajeron los Reyes Majos, sufriendo un poco pensando que he sido mala y por eso me lo merecí.
Contrario está a mi lado, y a él no le trajeron carbón, pero ha debido portarse peor que yo, porque no para de rezar en arameo mientras mira la televisión y sufre. Sufre mucho.
Y esto, por rachas, le pasa una vez todas las semanas. A veces hasta dos veces...
Por ejemplo, la semana que viene ponen el partido de vuelta.
Jo.
Pobrecito.
Mira, acaba de terminar. A lo mejor quiere carbón...
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